Ocasio-Cortez…

Gracias a la despreciable actitud de un Republicano, el mundo se enfoca y alaba a la congresista de Nueva York. Y yo, como venezolano en EEUU, tiemblo

Juan Carlo Rodríguez
11 min readJul 26, 2020

Los ubico: el lunes 20 de julio, el congresista Ted Yoho (Rep., Florida) se encontró a Alexandra Ocasio-Cortez (Dem., NY) en las escalinatas del Capitolio. Yoho, parte del ala más conservadora de los Republicanos, venía de votar sobre una resolución sobre criminalidad y policía, y se encontró con la joven ex mesonera y bartender, la más reciente estrella del Partido Demócrata, quien iba camino a emitir su propio voto.

De acuerdo con lo escuchado por un periodista de The Hill, Yoho, de 65 años, le dijo a AOC, de 30, que era “despreciable” por sugerir que la pobreza y el desempleo eran las razones por las que el crimen estaba al alza en Nueva York durante la pandemia. “Estás mal de la maldita cabeza”, le dijo (mi traducción). De acuerdo al periodista, la palabra “peligrosa” también fue dicha. AOC le dijo a Yoho que estaba siendo “maleducado” y se alejaron.

Y un par de escalones más abajo, Yoho habría dicho, “Perra de mierda (Fucking bitch)”.

Coño…

El miércoles, Yoho se paró en el Congreso luego del escándalo causado. “Me paro para disculparme por el modo abrupto de la conversación que tuve con mi colega de Nueva York”, dijo. “Al estar casado durante 45 años y teniendo dos hijas, estoy muy consciente del lenguaje que utilizo. (…) Las ofensivas palabras insultantes que la prensa me atribuye nunca fueron dichas a mi colega, y si fueron interpretadas de esa manera, me disculpo por su incomprensión”. (Aquí es donde empieza a dolerme la cabeza.)

“No puedo disculparme por mi pasión o por mi amor por mi Dios, mi familia y mi país”, cerró, luego de contar sus años de pobreza y su certeza que los pobres pueden “subir” sin romper la ley.

A estas alturas ya lo deben saber: el jueves, Ocasio-Cortez respondió a Yoho por su no-disculpa (y me perdonan, eso no es una disculpa). Y le dio con tobo hasta prestado, para usar una expresión venezolana.

Si quieren ver el video completo, adelante, son solo diez minutos. Mientras, al César lo que es del César: AOC le dice a cualquier mujer en cualquier posición que no debe tolerar ninguna falta de respeto por ningún hombre, menos si están en la misma capacidad laboral y menos si da la casualidad que dicha mujer tiene una firme idea de cómo usar medios y redes sociales. Esta es la parte que más quiero destacar:

No necesito que el congresista Yoho se disculpe conmigo. Claramente no quiere hacerlo. Claramente, cuando se le dé la oportunidad no lo hará, y yo no me trasnocharé esperando una disculpa que no tiene ningún remordimiento sobre hablarle a las mujeres y usar lenguaje abusivo contra las mujeres. Pero lo que sí me causa ruido es que se usen mujeres, nuestras esposas e hijas, como escudos y excusas por mal comportamiento. El señor Yoho dijo que tiene esposa y dos hijas. Soy dos años más joven que la hija menor del señor Yoho. También soy la hija de alguien. Mi padre, afortunadamente, no está vivo para ver cómo el señor Yoho trató a su hija. Mi madre tuvo la oportunidad de ver el irrespeto del señor Yoho en este Congreso en televisión, y estoy aquí porque debo mostrarle a mis padres que soy su hija, y que no me criaron para aceptar abusos de los hombres.

En palabras del personaje de Ashton Kutcher en That 70’s Show: “BURN!”

Como se supondrán, el discurso de AOC ha causado revuelo. Ya de por sí una estrella en el Congreso, primero por haber derrotado a un congresista establecido y luego por ser parte del grupo de mujeres que representan a un nuevo Congreso, Yoho convirtió a AOC en una super estrella. Jason Kottke, dueño de uno de mis blogs favoritos, incluso fue más lejos de lo que he visto en muchos lados cuando destacó el video: “Entre muchos pensamientos que tuve mientras lo veía, uno en particular seguía subiendo a mi mente: Alexandra Ocasio-Cortez algún día será Presidente de los Estados Unidos y tendremos mucha suerte de tenerla”.

Leí eso y mira, ya va. Vamos a hablar. Bájenle dos, por favor. Que ustedes no saben lo que puede ser eso.

Yo no tengo los datos para decir esto con base, pero considerando lo que veo en redes, sí puede que yo sea una minoría en EEUU: soy un venezolano que vive aquí y desprecia en la misma medida a Nicolás Maduro y a Donald Trump. En una ocasión dije que el actual ocupante de la Casa Blanca me recordaba demasiado a Chávez para apoyarlo (bocón, agresivo, egocéntrico, deshonesto y demasiado parecido a un bravucón de barrio). La respuesta: “Pero prefiero un Chávez de derecha a un Chávez de izquierda”.

¿Que tal ningún Chávez, coño?

Demasiado recordé los estudios de 2017 de dos académicos, donde indicaba que sólo el 30% de la generación “millennial” considera la democracia como algo positivo. Sólo una quinta parte de estos (recuerden: nacidos entre finales de los 80 y principios de los 90) creen que es ilegítimo un golpe de estado. ¿Y la libertad de expresión? Puedo resumir su opinión con una palabra: “Meh”.

Lo destaqué en aquel entonces y lo destaco ahora: la democracia le ha fallado a una generación entera. Y por eso el fenómeno de Bernie Sanders.

A pesar de la avanzada edad del congresista de New Jersey, la abrumadora mayoría de los votantes demócratas menores a 30 años lo apoyaban antes que suspendiera sus aspiraciones presidenciales. Ocasio-Cortez es su protegida y estoy seguro habría sido de sus primeras opciones para vicepresidente. ¿Y por qué este amor por alguien quien puede ser su abuelo? Los más cínicos hablan de la inocencia política de los jóvenes, pero también recordemos esto: en 2008, cuando muchos jóvenes estaban llegando a la mayoría de edad, vieron al capitalismo desacreditarse, mientras que una administración que se autoproclamaba liberal ayudaba a las mismas instituciones que causaron la crisis, dejando a muchos recién graduados de la universidad desempleados y metidos en una deuda universitaria GRAVE. Y quiero dejar claro, yo soy fan de Barack Obama, pero esta es una de dos cosas que no le perdono. La otra viene ahora.

Claro, ese mismo sistema capitalista nos regresó a donde está Estados Unidos hoy en día (bueno, antes de la pandemia), con una combinación de las lentas pero fijas ganancias en sueldos y empleos de Obama y los gastos notables de Trump (claro, como Obama ya no está, los Republicanos dejaron de sabotear…). Pero uno entiende por qué alguien que dice una frase tan odiosa como “revolución socialista” tiene el amor de esa generación: va a ir directo al sistema que ellos creen los puso en ese mal lugar. Además, miren estos datos sacados de esta columna de Bloomberg:

1.- La tasa de desempleo entre graduados universitarios en EEUU es más alta que la tasa de desempleo general por primera vez en dos décadas.

2.- Más de 40% de los graduados universitarios en EEUU está en un empleo que no necesita un título universitario, y uno de cada ocho está atascado en un puesto donde ganan $25.000 al año o menos.

3.- El ingreso mediano entre la mitad inferior de graduados universitarios es cerca de 10% menor de lo que era hace tres décadas.

Y encima, Donald Trump. Quien aparte de su “carisma” personal, siempre ha sido visto como enemigo de las minorías, o sencillamente es visto por estos jóvenes como más de lo mismo (y Hillary Clinton cayó en eso también… Y no crean que Joe Biden no).

Entonces no debe sorprender el nacimiento de “El Escuadrón” — cuatro mujeres del partido Demócrata que fueron elegidas al Congreso en 2018, parte del más diverso Congreso de la historia, y gústenle a quien le guste, el nuevo rostro de la oposición. Ellas son Ayanna Pressley (Massachusetts), quizá la más callada del grupo, pero la de más experiencia; Ilhan Omar (Minnesota), nacida en Somalia y una de las primeras musulmanas en ser electa; Rashida Tlaib (Michigan), la otra primera musulmana y la primera palestino-estadounidense en servir en el Congreso, infame por sus “coloridos” comentarios en contra de Trump el día que fue electa; y la propia AOC, quien al igual que Pressley derrotó a un titular que había servido diez veces, y que se hizo famosa por el Green New Deal, un paquete legislativo que buscaba mejorar la economía estadounidense para detener el cambio climático.

El Escuadrón ha apoyado sin pena alguna los derechos pro aborto, el cese de la intervención en Medio Oriente, la abolición de la Policía Inmigratoria (ICE), un aumento a los impuestos de los más ricos, “Medicare for all”, el apoyo de EEUU a Israel, la reducción de la edad para votar, y un largo et cétera. Por supuesto que Trump las odia, por supuesto los medios las aman, por supuesto tienen un enorme atractivo en la población más joven.

Yo no lo niego, yo empecé a ver a estas mujeres, en especial AOC y Omar, con muchísimo interés. Primero, porque, como mi padre, siempre le voy al underdog; me encanta una historia donde el más poderoso es vencido por el menos probable. Me encanta también que el centro de poder en la nación más poderosa del mundo se parezca a dicho país — es decir con blancos, latinos, mujeres, mujeres de color, musulmanes, protestantes y católicos trabajando lado a lado en paz. AOC y su combo eran un cambio bienvenido.

Y luego… Bernie Sanders, padrino de AOC, emitió las palabras “revolución política” y “socialismo” en la misma frase y… No.

Y luego Ilhan Omar, quien ha dicho que en Venezuela hay un supuesto “golpe de estado” en proceso, dijo esta desgracia en una entrevista.

Muchas de las políticas que hemos aplicado ha ayudado en cierta medida a llevar la devastación en Venezuela, y hemos puesto la escena para donde estamos llegando hoy en día. Este particular bullying y el uso de sanciones para eventualmente intervenir y hacer un cambio de régimen de verdad no ayuda a los pueblos de países como Venezuela y ciertamente no ayuda y no está en el interés de los Estados Unidos.

Ay coño.

¿Y qué ha dicho la estrella del momento sobre mi país? Bueno, en un post de Instagram (que no he podido encontrar, me disculpan, pero lo vi referido, entre otros sitios, aquí), AOC afirmó que el debate sobre Venezuela no es sobre ideología, sino de “autoritarismo versus democracia”. OK, bien, aunque no mencionó a Venezuela entre los “estados fallidos” que mencionó después. Mucho mejor que Sanders, que no se ha atrevido a llamar a Nicolás Maduro el dictador que es. Pero luego me encuentro…

En enero retuiteó la declaración del senador demócrata Ro Khanna (California) donde dice “Estados Unidos no debe ungir al líder de la oposición de Venezuela en medio de una crisis”. En marzo de 2019 dijo, al ser preguntada si denunciaría al régimen de Maduro, que “creo que es importante que cualquier solución que tengamos se centre en el pueblo venezolano y centre en la democracia del pueblo venezolano primero”.

No sé. Pero especulo. Total, para eso escribo esto.

Yo soy uno que ve una intervención militar de Estados Unidos a Venezuela con ojos cuidadosos. Panamá en 1989 sigue sonando en mi cabeza, cuando las tropas estadounidenses entraron a la fuerza al país buscando al dictador Manuel Noriega. Aún no se tienen cifras oficiales de muertes civiles, pero ahora Panamá controla su canal, el punto de tránsito marino más importante del Nuevo Mundo, y es un país próspero aunque con sus propios problemas (cof, cof, xenofobia). ¿Podría suceder eso en Venezuela?

Porque la alternativa, algo como Irak en 2003, me llena de temor. Estados Unidos arrasaría con el ejército venezolano en un día, quizá dos si se toman su tiempo. Maduro y su camarilla serían capturados o eliminados con facilidad. Pero entonces el verdadero problema empezaría. Las gobernaciones de estados están bajo el poder de los llamados colectivos, círculos paramilitares leales a Chávez — no a Maduro, necesariamente — y no hay razón para pensar que, una vez eliminado el ejército que los controla, no empiecen una guerra para controlar espacios y bueno… Eso es lo que temo.

Pero temo un gobierno chavista eterno en mi país mucho, muchísimo más. ¿Saben qué es lo único que temo más? Esa clase de gobierno en la nación más poderosa del mundo.

Mientras, pasan los días desde el incidente entre AOC y Yoho. Éste último debió renunciar a su posición en una organización cristiana que combate el hambre por el incidente. Y AOC sigue flamante. Y francamente, aunque admiro que se haya defendido correctamente en contra del abuso que deben sufrir las mujeres, me pongo a pensar en cuantas conversaciones he tenido con mis coterráneos sobre mi inscripción en el partido Demócrata para votar.

No, no voy a mitines ni admiro al “Che” Guevara (aunque eso sí, tremenda película, Diarios de Motocicleta). No considero que el socialismo sea la respuesta a nada que no sea “¿cómo podemos instaurar más miseria en el mundo?”. Pero me niego a apoyar a un partido que ha hecho todo en su poder para echar para atrás un mundo que ya no es de ellos. Con contadas excepciones, cada Republicano que me encuentro es machista, xenófobo, ignorante, falto de empatía, o Trump, que es el peor de todos. Y ese es el partido que alguna vez combatió la esclavitud. Y terminó en alguien que se ha convertido en un Chávez gringo. Y mi gente de Venezuela lo apoya porque va en contra de la basura que está metida en Miraflores.

Y por eso, más que nunca, los Demócratas han sido vistos como los chavistas de EEUU. Así, sin comillas. Biden es un comunista, Obama fue y es un socialista, y todos son tan malos como los Castro. No hay moderación, no hay centro que valga. A la mierda todos. Votar Demócrata es seguir con el desastre que hay en mi país. Punto y final. O apoyas a Trump o mereces la deportación, como el economista Ricardo Hausmann aprenidó por la mala al tuitear una crítica a grupos armados pro-Trump “tomando” una gobernación en Minesota.

Y ahora, con Ocasio-Cortez de nuevo en la palestra, defendiéndose de un ataque de un hombre mayor y ultra conservador — y lo siento, defendiéndose brillantemente — los jóvenes que ven a Sanders como su salvador tienen una nueva super heroína. Demasiado literalmente.

Los extremistas crean extremistas. Suspiré aliviado que Joe Biden terminó siendo el candidato a enfrentarse a Trump en noviembre, porque no quiero imaginarme cómo EEUU estaría partiéndose a coñazos si llegaba a ser Sanders. (Para mí habría sido mejor ninguno de los dos, considerando la diversidad que había, pero bueno.) Biden es del ala moderada de los demócratas, mucho más incluso que el propio Obama, para algunos analistas. Y también recuerdo que, para toda su habilidad de oratoria, Ocasio-Cortez aún ha cometido muchos errores — la presentación del Green New Deal no salió ni de cerca como ella se lo esperaba— y por más que se piense, este no es un país donde cualquier político pueda hacer lo que le dé la gana.

Pero es joven. 30 años apenas. Yo con 30 años estaba volviendo a la universidad. Es inteligente, articulada. Se le ve como “una más”. Ya saben quién más era así, ¿no? Sip. Ese mismo. Y ya ven cómo terminó influenciando a todo un país. Y miren cómo está dicho país ahorita.

Cuando venga noviembre, espero con todas mis ansias que Trump pierda. No sólo porque no estoy de acuerdo con sus políticas, sino porque si ahora hay un nivel casi inaguantable de división en Estados Unidos, no quiero imaginarme cómo serán cuatro años más. Eso le da cuatro años más al ala más radical del partido Demócrata a agarrar más auge. A que los moderados tengan menos voz. Cierto, una presidencia estrepitosa de Biden haría lo mismo. Pero eso es un “tal vez”. Otra presidencia de Trump es una certeza.

¿Suerte de tenerla? Creo que no saben a lo que se están arriesgando.

--

--

Juan Carlo Rodríguez

Periodista venezolano. Lucho por encontrar equilibrio en un mundo desequilibrado. / Venezuelan journalist, struggling to find balance in an unbalanced world.